¿Han escuchado la frase “el éxito está en tu mente”? Pues, en lo que a mí respecta y desde mi experiencia, puedo decir con toda certeza que llegar a nuestras metas tiene muchísimo que ver con nuestra manera de pensar y con la forma en que elegimos ver el mundo. Pienso en esto como en ponerte un par de “gafas mentales”: depende de las gafas que te pongas hoy, así verás el mundo. ¿Te pones las gafas de la creatividad, del optimismo, de la alegría? Esa energía va a influir en tus decisiones, en tu equipo, en tu estado de ánimo y, como consecuencia, en cada acción que tomes.
Claro que no todos los días podemos estar en nuestro mejor momento, llenos de energía y motivación. A veces, sin darnos cuenta, caemos en patrones de pensamientos negativos que nos sabotean. Les cuento una anécdota personal. Hace algún tiempo, me llamó mi hermana y me preguntó cómo estaba. Le respondí algo así como: “No sé si todo este esfuerzo que estoy haciendo realmente va a dar los resultados que quiero…” Ella, sin pensarlo, me paró en seco: “No digas eso. Si piensas así, entonces claro que no verás los resultados que esperas. ¿Dónde quedó eso de la mentalidad positiva, de la abundancia?”.
Su respuesta me despertó. Cambié el chip de inmediato, recordando lo importante que es confiar en el esfuerzo y el proceso, independientemente del resultado final. A veces, lo más valioso no es el éxito en sí, sino la satisfacción de saber que diste lo mejor de ti, que cada acción tuvo sentido. Recordé que es normal caer en la trampa de “alimentar la basura mental” cuando estamos cansados o emocionalmente bajos. Por eso, es tan importante buscar esos momentos de reflexión con personas de confianza, ya sea con un coach, un amigo o un colega. A veces, una simple pregunta como “¿Cómo estás hoy?” o “¿Qué desafíos tienes y cómo puedo ayudarte a enfrentarlos?” puede marcar la diferencia.
A todos nos pasa, ¿no? Yo diría que sí; es parte de la experiencia humana. No conozco a nadie que no haya sentido alguna vez que el esfuerzo podría no valer la pena. Y por eso, mi invitación para ustedes, que me leen, es que cuando se sientan así, ¡hablen! No lo guarden. Que ese estado de duda o desánimo no se vuelva una constante; recuerden que esos pensamientos, si los dejamos crecer, pueden arraigarse en nuestra mente.
Más allá de los resultados, cuidemos nuestra mente. Lo más valioso que tienen es su bienestar y su paz interior. Cuidemos esa mentalidad de crecimiento que nos permite ver posibilidades y enfrentar los desafíos con otra perspectiva. No es fácil, pero el primer paso es ser conscientes y apoyarnos en los momentos difíciles.